miércoles, 3 de febrero de 2010

7. MOVIMIENTOS SOCIALES ALTERNATIVOS: EL SLOW DOWN



"Cuando las olas se han aquietado y el agua está en calma, entonces se refleja la luz y se puede vislumbrar el fondo "(Swani Vivekanada)

Sin apartar la vista y entendiendo la posición de aceptar la Globalización e intentar gobernarla de la que hablábamos anteriormente, creo que sería interesante revisar algunos de los nuevos movimientos sociales que han surgido a tenor de los cambios introducidos por el fenómeno globalizador.

Como hemos estado comentando, lo más significativo de este fenómeno es que la Globalización se manifiesta en todas las esferas que afectan a la humanidad. Y sin embargo, parece que aún no está clara la postura que deben tomar los gobiernos ante las consecuencias, bastante funestas, de la globalización. Los intereses promovidos por las clases beneficiadas por esta situación se hacen valer por encima de políticas gubernamentales, afectando no sólo a éstos, sino lo que es mucho peor, influyendo de forma más negativa si cabe para los sectores más desfavorecidos.

Parece que las políticas del
"laissez faire”, en pro de un Nuevo Capitalismo en el que “todo vale”, se mantienen. Mientras el Estado de Bienestar, con el que tanto se llenaron la boca, se está muriendo poco a poco, dejando en pie sólo el concepto viejo de lo que podría haber sido el bienestar social. El mundo, cada vez más desequilibrado, se rige por el poder empresarial lo que hace que no se tengan en cuenta e incluso se excluyan al resto de la humanidad. Y es que aunque los gobiernos no se cansan de hablar de ello, en realidad no se toman en cuenta, obstaculizando la práctica de las políticas sociales, ecológicas, e incluso culturales. Y mientras se ponen de acuerdo en el pedazo de pastel del que sacarán provecho, el planeta Tierra se muere asfixiado por la contaminación y el calentamiento global, los conflictos se sangran en el tercer mundo, los excluidos levantan el polvo de la muerte, quizá promovidos y financiados por intereses capitalistas;... y en el ámbito local, las estructuras públicas se privatizan y los grupos sociales relegados se abandonan entre papeles y burocracia necesaria para mejorar su situación…En definitiva, se trata inclusive de aparentar la honradez cuando no convenga llevarla a cabo, y en realidad, el que no pueda subirse al carro del Capitalismo, que se quede atrás…

Sin embargo, en estas circunstancias adversas, como comentábamos anteriormente, los nuevos movimientos alternativos y globales surgen resultado del acercamiento de las TIC a las masas. Los medios de comunicación cada vez más instantáneos vehiculizan la información, de tal modo que su capacidad de interacción con la humanidad se hace cada vez más accesible. Podemos saber qué se mueve al otro lado del planeta con sólo apretar un botón, y esto puede favorecer, y es favorecedor para movilizar la opinión. Y aunque el hastío y el desprestigio de la política como gestora del mundo; aunque la gran mayoría prefiera “salvarse” –como decía Benedetti- la otra mitad prefiere unirse con la intención de buscar soluciones reales.

Por este motivo, creo que es interesante analizar la
Filosofía Slow –Slow down-como un modo distinto de comprender el mundo. Es la respuesta a las consecuencias del mundo globalizado, que haciéndose de las herramientas globalizadoras abogan por otro funcionamiento; uno más humanizante, más sano…

El
Movimiento Slow propone aparcar la prisa y disfrutar del cada minuto. Para ello reivindica un una nueva escala de valores, basada en trabajar para vivir y no al contrario. La biodiversidad, la reivindicación de las culturas locales y un empleo inteligente de la tecnología, son algunas de sus principales señas de identidad.

El hombre siempre ha vivido condicionado por el paso del tiempo, pero muy especialmente a partir de la Revolución Industrial la idea de velocidad ha estado asociada con la de Progreso. Así por ejemplo, el Movimiento Futurista a principios del XX, consideraba la velocidad como una muestra del triunfo del hombre sobre la naturaleza. Sus postulados no sólo parecen no haber perdido actualidad, sino que son el reflejo del mundo hoy en día.

Todo lo que conforma nuestro entorno nos invita a vivir de una manera veloz, sin detenernos a mirar lo que pasa a nuestro alrededor. El mundo no para su actividad en ningún momento, se tiende a que todo funcione 24 horas al día y 365 días al año. La ciudad nunca duerme.

Como consecuencia de este estilo de vida proliferan enfermedades como la obesidad, el estrés o el Síndrome de la Felicidad Aplazada que consiste en la profunda angustia que experimentan las personas que no cuentan con tiempo suficiente para cumplir con todas sus obligaciones diarias y que posponen cualquier experiencia gratificante a un hipotético momento futuro, que finalmente nunca se alcanza.

Se identifica ser el primero con tener éxito y se considera la lentitud propia de perdedores o personas sin iniciativa. Pero, todo tiene un límite y el culto a la velocidad parece estar llegando al suyo. El concepto de Slow Down o desaceleración, está cada vez más presente en nuestra sociedad y son numerosos los movimientos que se han formado para luchar contra la tiranía del reloj.

En Austria, La Sociedad para la Desaceleración del Tiempo aboga por prestar más atención al presente y a la cultura. En Tokio, el Sloth Club, apuesta por una vida más tranquila, inspirada en el animal perezoso. Promueve el concepto de hacer menos, de vivir en forma sencilla sin depender del consumo. En esta línea se enmarca el Downshifting cuyos miembros tiene el noble objetivo de vivir con modestia y pensar con grandeza. Según ellos se puede vivir mejor consumiendo menos.

Tampoco faltan propuestas como Take Back Your Time, iniciativa surgida en Estados Unidos y Canadá para concienciar sobre la epidemia de exceso de trabajo y horarios extremos que amenaza la salud, las familias y las relaciones con las comunidades. Entre sus propuestas está la de conseguir que el 24 de octubre sea nombrado Día Oficial sin Relojes.

Camina no corras es el slogan de Camper, que también se ha unido al espíritu de la desaceleración. Esta empresa española, ha querido con su publicidad abrir los ojos del comprador y animarlo a llevar un tipo de vida donde el trabajo y la actividad cotidiana pueden ser compatibles, sin dejarse llevar por la presión del tic-tac.

Y es que esta Actitud Lenta, aplicada al trabajo, no tiene porque significar menor productividad sino por el contrario un trabajo de mayor calidad, más atento a los detalles y desarrollado en un ambiente más flexible y estimulante. De este modo se consigue mayor eficacia e implicación de los trabajadores, que además al terminar la jornada se encuentran en mejor disposición de disfrutar de la vida. Se trata de vivir el presente.

De todas las manifestaciones surgidas en torno a la idea de la desaceleración la más importante es el Movimiento Slow. Debe su origen, en 1989, a la protesta llevada a cabo por el periodista Carlo Petrini, ultrajado por la apertura de un restaurante de comida rápida junto a la escalinata de la Plaza de España en Italia. En ese momento nació la conciencia de proteger la alimentación tradicional, basada en la biodiversidad, frente al imperio de la cómida rápida. Ese mismo año, en París se dio nombre al movimiento y se diseño su logo, a partir de la imagen de un caracol. El nombre de este movimiento fue Slow Food y supuso el germen a partir del cual más tarde surgirían las Slow Cities.

Las Slow Cities o Convivias, van más allá del Slow Food, y se han convertido en toda una filosofía de vida. Sus habitantes disfrutan de la naturaleza y valoran mucho pequeños placeres tales como comer, o dialogar o mejor aún hacer ambas cosas a la vez. En ellas no hay lugar para la prisa y se trata de fomentar la creación de una conciencia más humana.
La primera fue fundada en Bra, en la zona del Cuneo, Italia, y se ha convertido en la sede central de este movimiento. A partir de ahí, la creación de otras Ciudades Lentas no ha parado y en el 2005 ya se superaba la cifra de cien países afiliados.

Para que una ciudad se pueda convertir en Convivia, deben cumplir una serie de pautas. La población no puede sobrepasar los 50.000 habitantes, ni ser una capital y además se deben cumplir una serie de requisitos en seis planos diferentes: legislativo medioambiental, infraestructura política, calidad urbana, productos locales, hospitalidad con los visitantes y conocimiento sobre las actividades de la localidad.

Lo que todas las Slow Cities tienen en común es la voluntad de construir un espacio más humano, con medidas que van desde sistemas de aire que controlan la polución a iniciativas para animar a la protección de los productos y la artesanía locales o planes para eliminar ruidosas alarmas, mediante programas de seguridad alternativa.

Una Slow City también debe contar con una educación en consonancia con su estilo de vida. En las Slow Schools no importa cuándo va a sonar el timbre, sino cuándo los alumnos han comprendido la lección.

El libro In Praise of Slow del periodista Carl Honoré podría ser considerado el manual de iniciación para cualquiera que esté interesado en esta forma de vida. En él se describen con casos prácticos y mucho sentido del humor los beneficios físicos y psíquicos que puede aportar la filosofía Slow.

El Movimiento Slow se ha extendido a países como Brasil, Australia, México, Japón, Líbano… y se han llegado a crear 750 Convivias. Las ciudades, que conforman el movimiento, ofrecen un premio a proyectos que favorezcan la biodiversidad. El organismo que coordina estas actividades es la Slow Food Foundation for Biodiversity.

Aunque todas estas localidades tienen una misma meta, cada una cuenta con sus particularidades. Por ejemplo, la Convivia de Río de Janeiro, creada en Noviembre de 2000, suma a su actividad proyectos sociales como las Mesas Fraternales que ayudan a las comunidades más necesitadas en el plano alimenticio. Una de ellas es la del Hospital de Porto Velho donde por ejemplo, los pacientes indígenas son alimentados con su comida tradicional.

En España el Movimiento Slow llegó en 1994. Podemos encontrar 11 Convivias dispersas en toda la Península. Además en la primera edición de los Slow Food Awards, Jesús Garzón fue uno de los gan,dores gracias a su labor de identificar los caminos de rebaños y revivir las actividades de trashumancia como medio de protección del medio ambiente de las montañas.

En este contexto no resulta tan difícil, ni descabellado, que este tipo de movimientos que se definen en todas las esferas que afectan a la vida del ser humano, se impongan al Capitalismo actual desde una vertiente más orgánica, más ecológica, de un mundo globalizado más respetuoso con lo regional, con lo local, con lo humano...

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