Dama de teta allí si estás
con la cabeza inclinada sobre el peso
de la luna torcida en tus mejillas,
y la nueva vida sola
al abrigo de tus manos.
Dama de savia,
que caliente late profunda, que despierta al mundo
y delicada, se deja arropar
como el dulce útero alimentaba
mi cuna.
Dama de pulpa de madre,
de diosa capaz de calmar esta luz
y cerrar los pestillos al miedo,
con un trago seco de tu blanca sangre
que a borbotones me calma
ese dolor de ser.