lunes, 1 de noviembre de 2010

Escatologías y ciencias de la ficcion

Podemos ver azul entre las verjas de tu falda. Me agacho y sé que puede que no vuelva a ver tu mirada de satisfacción nunca más.

Cierro los ojos, abro la boca. Inspiro tu olor, no quiero pensar en los detalles escabrosos de las veces en que alguien pudo haber bajado hasta aquí. Me muerdes los labios, e inspiras el olor húmedo debajo de mí.

Los pezones de punta rozan el algodón de tu camiseta, me estremezco pensando qué vendrá después, noto cómo se hunden los dedos en tus muslos, suaves esperan a que me acerque un milímetro más antes de abrazarme.

Me retiro, no quiero que el momento se escape, cuento hasta diez. Parecen mil los segundos que pasan antes de volver a dejarme arropar…

La piel se sacude al roce de mi boca. Primero, caminaré despacito desde el interior de tus piernas, abriendo los labios y dejando que la punta de mi lengua se escape y roce por casualidad tu piel. De vez en cuando puedo sentir cómo te retuerces de placer e impaciencia. Me encanta.

Despacio. No dejo de pensar para no acelerar, […] voy bajando desde la rodilla, adentrándome lentamente en busca de lo más profundo de ti. Desde aquí, casi puedo percibir el olor intenso de tu esencia, a dos palmos puedo sentirte ansiosa, aguardando a que llegue el preciso momento.

Acariciando tus caderas, podría esperar la eternidad en este lugar.

SEGURO…

A 33,3 Km

SEGURO

Que estás aquí, a la vuelta de la calle,

al torcer la esquina del desaliento.

allí donde las farolas se giran de repente para verte de lejos caminar.

Haciendo equilibrios sobre la delgada línea del horizonte,

PUEDO VERTE.

SEGURO,

…a 33,3 Km.

Silbando cualquier canción pasada de tuerca,

que siempre nos recordará

que seremos felices

sin querer y queriéndonos

PUEDO VERTE.

…a 33,3 km.

Entre la escueta línea del desaliento

Y tu amor

Que llega a todo…

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